Parece que es algo a lo que no se le da importancia, pero la relación terapéutica es uno de los elementos más poderosos de todo el proceso que ocurre cuando alguien acude al psicólogo. Pero ¿qué es exactamente?
Es obvio que al hablar de la relación terapéutica hablamos de la relación entre el profesional de la psicología y la persona que reclama sus servicios. Pero la relación con el psicólogo no es igual que la relación con otras personas, ni siquiera con las más íntimas. Se trata de una relación profesional, pero tampoco es una relación como la que se tendría con otros profesionales. Es otro tipo de relación.
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La confianza en la relación terapéutica.
Uno de los aspectos clave, si no el más importante es la confianza que la persona deposita en el profesional. Pero esta confianza no va a aparecer sola. Es el profesional quien deberá desarrollar unas condiciones adecuadas para que un desconocido hable sobre asuntos de lo más personal. Y esto se consigue a través de elementos como un espacio íntimo y reservado, como es la sala de consulta, en que se facilite la seguridad y se garantice la ausencia de interrupciones, con un tiempo exclusivo para esa persona.
Otros de los elementos que propician la confianza están en las características del profesional de la psicología. Un buen manejo de las herramientas y teorías necesarias en terapia, así como la actualización de los conocimientos permiten al profesional mayor fluidez a la hora de la toma de decisiones en el proceso terapéutico, con lo que se facilita un mayor dinamismo en la consulta, y por tanto, una mayor sensación de que estamos ante un profesional bien cualificado. Porque cuando estamos hablando de nuestros problemas de ansiedad incontrolada, o de los problemas de conducta de nuestros hijos, lo último que nos apetece es que la persona que tenemos delante dé la sensación de no saber muy bien lo que hace.
Es necesario, además, que para el buen uso de todas estas herramientas, el psicólogo sepa hacer buen uso de la comunicación, tanto verbal como no verbal, que no deja de ser el hilo conductor de la terapia. Así, el tono de voz, la mirada o la habilidad para escuchar son algunas de esas características que hacen que una persona esté cómoda con otra. Y en la consulta no iba a ser menos.
La ética profesional.
También es importante la ética profesional. En el caso del psicólogo, la ética profesional debe ser intachable, con las miras puestas siempre en el mayor beneficio para la persona que reclama los servicios. Dentro de esta ética se incluye el conocimiento y reconocimiento de las propias habilidades del profesional, de sus obligaciones para con quien demanda los servicios, así como de sus limitaciones. También se incluye el deber de salvaguardar la relación terapeútica y mantener sus propiedades, sabiendo establecer los límites adecuados, pero evitando su deterioro.
Por supuesto, la ética profesional también incluye la humildad y la sinceridad adecuadas para derivar a esa persona hacia otros profesionales, en caso de que fuera necesario, y siempre buscando lo mejor para la persona, más allá del beneficio del profesional.
Como conclusión…
Con todo esto se establece una relación entre el psicólogo y la persona que demanda sus servicios, basada en la ética y la confianza, y que hace que la terapia sea más eficiente mientras más cómoda se encuentre esa persona en la consulta. Por todo ello, considerando la relación terapéutica como un pilar básico, a la vez que hilo conductor de todo el proceso de terapia psicológica, desde PrecisaMENTE se recomienda encarecidamente vigilar la relación terapéutica que tenemos con nuestro/a psicólogo/a, y si hay alguna cosa que nos incomoda, comunicárselo tan pronto como podamos. Quizás pueda hacer algo por mejorar. Y si la relación no puede mejorar, lo ético, lo razonable y lo aconsejable quizás sería cambiar de profesional a otro con quien nos sentamos más cómodos. Al fin y al cabo, es necesaria esa comodidad para trabajar otros aspectos.